Liderazgo y comunicación

Covid-19: lección de humildad, su efecto empresarial

18-04-2020

Jorge Muntané

La pandemia ha alterado profundamente nuestros hábitos y estilos de vida durante el confinamiento. Hemos tenido que reducir el ritmo de nuestra actividad y alterar nuestras costumbres de modo que se ha vuelto a la vida familiar debiendo aumentar nuestra capacidad de tolerancia y de respeto.

Nuestras prioridades se han visto sin duda alteradas. Hemos ido evolucionando desde la incredulidad del principio de la pandemia, al miedo, pasando por una fase de aprendizaje y llegando ( algunos ) hasta una zona de crecimiento y de cambio. En esta última fase se acentúa un proceso de reflexión donde valoramos más a la esencia de la especie humana:  la salud física y mental, las necesidades básicas de alimentación e higiene, y las relaciones familiares y sociales: Todo ello vivido desde el aquí y ahora, dando más importancia al presente, que a nuestro pasado o futuro bastante incierto.  En definitiva, hemos tenido una sacudida y cura de humildad tanto a nivel de especie como individualmente. Cuando todo es cuestionado, cuando lo que parecía sólido hoy ya no lo es, sólo nos queda ver la vida con humildad valorando que no somos los más importantes sino un granito más en las vicisitudes de este universo. En un futuro no muy lejano, quizás volveremos a pensar que la especie humana es el centro del universo, pero siempre alguien o algo nos recordará lo que pasó en este año 2020 donde un pequeño virus, parece ser que, venido del mundo animal, ha hecho temblar, y en definitiva cambiar a nivel mundial, los cimientos que sustentaban el mundo.

En el momento actual aflora como fundamental el valor de la humildad, el cual impide que otras emociones como la soberbia y la vanagloria obstaculicen el crecimiento y el desarrollo del carácter humano. La humildad permite conocer las propias limitaciones y debilidades, actuando en consecuencia y poniéndonos a cada uno en nuestro sitio. Esta situación de cambio y de reestructuración de valores no sólo nos ha afectado a nivel individual, sino también como sociedad y también ha movilizado, de manera brusca, el mundo empresarial, ya que constituye un organismo vivo de interacciones entre personas, que en principio comparten y trabajan para conseguir un objetivo común. 

Dentro del mundo empresarial, la visión y actitud humilde, frente a liderazgos más autoritarios, atrae en mayor medida el talento y la creatividad, ayuda al compromiso y a la superación y fomenta el trabajo de los equipos. Es por todo ello que, a partir de ahora, debemos valorar la humildad como factor emergente e importante en el desarrollo de la actividad empresarial.

Tal como aparece en un artículo de la revista “ Executive Excellence 2018 “ realizado por el escritor Don Francisco Alcaide Hernández y según las afirmaciones del gurú del management Peter Drucker, el liderazgo aumenta su potencia si es profundamente humilde. Vivimos en tiempos volátiles, inciertos, complejos y ambiguos, por lo tanto, frente a tiempos pretéritos donde todo era más estable, sencillo y predecible, hoy día la situación es la contraria.

Siguiendo con las reflexiones anteriores, a idea fuerza es que una de las cualidades más importantes para plantar cara al actual escenario competitivo y de crisis es, sin duda, la humildad. Pero ¿qué significa ser humilde y en qué aspectos se traduce ?:

1. PEDIR AYUDA. Pedir ayuda no sólo no es ser débil, sino todo lo contrario. Pedir ayuda es uno de los rasgos de mayor fortaleza emocional. La gente ganadora pide ayuda cuando lo necesita y avanza en la vida; mientras que las personas perdedoras se refugian en su orgullo y quedan estancadas. Hay que pedir consejo, asesoramiento u opinión a los que más saben, ya sean consultores, asesores, coaches o demás colaboradores. Nadie lo sabe todo y siempre, y menos en tiempos tan complejos. La autosuficiencia (el complejo de ‘llanero solitario’) siempre ha sido peligrosa porque conduce a la ineficacia y a la ineficiencia, pero hoy lo es todavía más.

2. PREGUNTAR. Decía Peter Drucker que “el líder del pasado era el que sabía dar instrucciones; el líder del presente y del futuro es el que sepa preguntar”. Porque en la actualidad todo cambia muy rápido y es fundamental estar muy pegado al mercado. Siempre existe la tentación de quedarse en la cueva, en el despacho, que es lo cómodo, en lugar de estar en la calle cerca del cliente. El propio Richard Branson también señala: “El contacto con el cliente es fundamental ya que da un conocimiento del negocio que no se puede tener, de ninguna forma, sentado detrás de una mesa. Dedica gran parte de tu tiempo a experimentar tus propios negocios y a compartir opiniones con los clientes”.

3. FEEDBACK. No hay mayor enemigo para crecer y mejorar que tenerle miedo a la verdad. Para mejorar hay que hacer autocrítica, pero no es algo común porque la autocrítica es el suicidio de la vanidad. Todos decimos que hay que pedir feedback, pero en realidad a nadie nos gusta que nos digan lo que no queremos escuchar. Jack Welch, ex CEO de General Electric, decía: “Enfrenta la realidad tal y como es, no como era o te gustaría que fuese”. No hay nada más sano que tener a alguien de confianza que nos diga las cosas sin tapujos. Los buenos líderes siempre quieren saber la verdad y además rápido, porque entonces pueden actuar para corregir. Mentir(se) es prolongar un fracaso. Los seres humanos tenemos una gran facilidad para negar la realidad porque nos evita asumir responsabilidad, cuando el verdadero liderazgo es aceptar la propia responsabilidad.

4. DEJARSE ENSEÑAR. En tiempos pretéritos, a mayor edad, mayor sabiduría. Hoy día eso no es del todo cierto, porque Internet y las redes sociales han transformado nuestra forma de interactuar y relacionarnos con el mundo. Antes era impensable que un joven fuese millonario, ahora encontramos cientos por todo el mundo. Cada vez se habla más del ‘mentoring inverso’, pues son los más jóvenes quienes están mentorizando a las cabezas directivas en muchas cuestiones de actualidad, porque a ellos les gusta ser pioneros, probar, trastear y además están al tanto. Tienen mucha más agilidad y rapidez, así que antes que perder el tiempo leyendo cualquier manual de instrucciones, mejor acelerar nuestro aprendizaje dejándose enseñar por los que más saben. Ya lo decía Ralph Waldo Emerson: “Todo el mundo que conozco es superior a mí en algún sentido. En ese sentido aprendo de él”.

5. ESCUCHAR. Desde el punto de vista del cliente externo (consumidor), vender es solucionar problemas a la gente; y para solucionar sus problemas tienes que saber cuáles son sus problemas; y para saber cuáles son sus problemas, tienes que escucharlos. Escuchar es la forma más efectiva de saber qué es importante para alguien. Los grandes líderes son grandes escuchadores: hablan menos y escuchan más. Y desde el punto de vista del cliente interno (empleado), diriges bien si escuchas bien. No puedes dirigir a quien no conoces. Es muy difícil relacionarse con otro ser humano sin comprenderlo, sin conocer su realidad personal. La empatía es fundamental. Si no conoces a la gente, no puedes relacionarte con ella. Y para conocerla, tienes que mostrar interés por su vida. Y mostrar interés por su vida, supone escucharla bien. El propio Peter Drucker también apuntaba que “muchos directivos se creen maravillosos porque hablan bien; cuando no se dan cuenta de que ser maravillosos con las personas es escucharlas bien”.

6. OBSERVAR. Observar no es sino otra forma de escuchar, pero indirecta. En la escucha tienes a alguien del que absorbes directamente, mientras que observando absorbes del contexto. Te nutres de inputs de situaciones, informaciones o personas de manera lateral. Las personas observadoras en cualquier circunstancia tienen una ventaja competitiva para llevarse información de cualquier contexto y aplicarla a su día a día para aportar valor, que en definitiva es de lo que se trata.

Resumiendo… ¿ Qué es lo contrario de la humildad? El ego, la soberbia, el complejo de superioridad, que a lo largo de la historia se han cobrado tantos imperios, empresas e instituciones.
Como apuntaba Amancio Ortega cierta vez: “La autocomplacencia es lo peor cuando quieres lograr algo grande. En Zara nunca nos hemos relajado, ni al principio ni ahora”. La humildad es, con toda seguridad, el factor crítico para que eso no ocurra jamás y pieza clave para conseguir la excelencia empresarial. 

Estaremos todos de acuerdo en que estamos viviendo una situación de cambio, momentos que, por una parte, pueden ser muy complicados, pero por otra, nos pueden aportar nuevas oportunidades de reinventarnos y de crecer, tanto a nivel personal, social y en el ámbito empresarial

 

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