Las 10 características que tienen en común los malos jefes
Una buena gestión es crucial para el éxito de las empresas. Esto implica desarrollar una correcta estrategia de mercado, contar con la infraestructura adecuada y tener a unos buenos líderes.
El liderazgo es crucial para los buenos resultados de las compañías y situar en los puestos de gestión a buenos jefes una de las cuestiones claves para conseguirlo.
En
CEDEC, Consultoría de Organización Estratégica líder en Europa en gestión, dirección y organización para empresas familiares y pymes desde 1965, sabemos que no siempre es fácil entender qué hace a un buen jefe y qué es lo que convierte a un gestor en un activo tóxico. Los malos jefes son un lastre para la compañía, que afecta tanto a los resultados como otros factores sobre los que habitualmente las empresas se preocupan más. Por ello, partimos de este
artículo para identificar y reflexionar sobre
los 10 rasgos que identifican a los malos jefes.
Abuso verbal. Desde el tono de voz empleado al contenido de lo que se está diciendo al modo en el que se gestionan las conversaciones pueden ser lastres en la relación con los trabajadores.
Promesas rotas. No importa si las promesas se hicieron con toda la buena intención del mundo o si directamente fueron palabras vacías para contentar en un momento al empleado, no cumplirlas es uno de los rasgos del mal jefe.
Usar a tus trabajadores como espacio de descarga. Por muy mal que vaya el día, por muchas presiones que estén lanzando desde 'arriba' o por muy poco eficientes que estén siendo los subordinados, no se puede descargar la ira contra la plantilla. Un buen jefe es aquel que corrige errores, no el que grita.
Olvidar siempre lo bueno. Felicitar a tus trabajadores por las cosas buenas o destacar el buen desempeño son cuestiones básicas. Hacen que el trabajador se sienta valorado.
Ser incongruente. No vale con decir y prometer que se va a hacer algo o asegurar que en eso es en lo que se cree. Los buenos jefes no son los que hablan, son los que hacen.
Ser el palo en la rueda de su propio equipo. El jefe inseguro de su posición, temeroso de que sus propios trabajadores acaben sobrepasándolo, es uno de los más tóxicos. Boicotea a su propio equipo e impide el desarrollo.
Caer en el pesimismo. Un líder pesimista no es capaz de incentivar la innovación y la creatividad y de motivar a su plantilla.
Centrarse en las cosas micro del día a día y no en los resultados finales. Es importante llevar el trabajo al día, pero no se puede caer en una obsesión por lo nimio que haga que se pierda de vista la meta.
Desconocer qué motiva al equipo. Gestionar un equipo no implica solo llevarlo a ese punto que la empresa quiere que se alcance, sino también saber qué es lo que importa a cada empleado y qué lo lleva a trabajar mejor.
Ser demasiado blando. El jefe tirano es un mal jefe, pero también lo es el que es demasiado bondadoso y no sabe poner límites.
En
CEDEC, Consultoría de Organización Estratégica, ayudamos a las empresas a mejorar sus resultados empresariales y, la búsqueda y detección de los buenos líderes en las organizaciones, es un pilar básico en su camino hacia la
excelencia empresarial.
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ARC 11/10/2020
Eduardo Solis 07/09/2024
Eduardo Solis 07/09/2024