La importancia del risk management en la gestión de una empresa

Hoy en día, todas las empresas de cierto tamaño consideran imprescindible contar con un especialista en marketing, un directivo de ventas o un jefe de recursos humanos en su plantilla. Sin embargo, la figura del gestor de riesgos, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares, es aún bastante desconocida en nuestro país y pocas son las compañías que dan a esta área empresarial, de gran valor estratégico, la importancia que se merece.

En CEDEC creemos que una buena gestión del riesgo es clave para mejorar la toma de decisiones en la empresa, permitiendo detectar los posibles peligros que acechan la actividad de la misma, y minimizar así las repercusiones negativas (económicas, o de cualquier otro tipo) que dichos peligros podrían causar.

Es por eso que compartimos este artículo de Inesem en el que se repasan algunos de los principios básicos del risk management. La gestión del riesgo es el proceso consistente en la identificación, análisis y cuantificación de las probabilidades de que una determinada amenaza se cumpla, junto con la elaboración de acciones preventivas, correctivas y reductivas para evitar las consecuencias negativas que conllevaría. Es decir, va mucho más allá de contratar unos seguros, y entronca con la planificación empresarial y la estrategia interna corporativa, permitiendo a las compañías enfrentarse a las incertidumbres y a los imprevistos de forma positiva, para así transformar las amenazas en ventajas competitivas. ¿Cómo hacerlo? A través de cuatro fases bien delimitadas:

1. Planificación de la gestión del riesgo: para poder establecer políticas de risk management, lo primero es planificar cuidadosamente las metodologías que se usarán, así como asignar roles, responsabilidades y distribuir los recursos que se destinarán a este fin. Es decir, se han de fijar los parámetros que guiarán el resto de las fases y, para hacerlo correctamente, conviene contar con un conocimiento en profundidad de la actividad de la empresa y de su contexto estratégico.

2. Identificación, análisis y valoración de las amenazas: consiste en determinar de forma sistemática los riesgos que podrían afectar el desarrollo del negocio y las consecuencias que acarrearían, tanto cuantitativa como cualitativamente para, posteriormente, clasificarlos en función de la gravedad y la probabilidad de ocurrencia del riesgo, estableciendo prioridades y puntos débiles a tener en cuenta en las políticas de gestión de riesgos que se implantarán posteriormente.

3. Establecimiento de las acciones pertinentes: en esta fase es en la que, recopilando toda la información obtenida en la etapa anterior, se han de establecer las medidas concretas para prevenir o minimizar el riesgo, reducir sus consecuencias o transferirlas y hacerles frente.

4. Monitorización y revisión: para prevenir la aparición de un riesgo es esencial contar con un sistema de control que permita detectar las primeras señales de alerta, para así poder anticiparse y reaccionar a tiempo. No hay que perder de vista que el peor riesgo es el que no se detecta, ya que, los planes de contingencia establecidos en la fase anterior, serán más efectivos cuando el riesgo aún no ha afectado de forma significativa en el negocio. Por último, recomendamos no olvidar que la propia monitorización ayudará a mejorar las medidas de prevención, y por lo tanto, la propia gestión del riesgo, que debe reevaluarse de forma periódica. En CEDEC, consideramos esencial que las empresas cuenten con un gestor de riesgos que sepa como detectar y neutralizar los peligros que podrían amenazar la consecución de los objetivos empresariales. Solo así se podrá consolidar el crecimiento de la compañía a largo plazo, haciendo frente con solvencia a las vicisitudes del mercado, y sentando las bases para la excelencia empresarial.

Imagen Project Times