Estrategia Empresarial

Hablemos de qué estamos aprendiendo…

24-04-2020

Equipo CEDEC

Me gustaría dedicar este artículo, no a las empresas, sino a las personas que las componen, sin distinción de puestos que ocupan ni de responsabilidades que tienen. Aquí dejo algunas reflexiones que deberemos tener en cuenta de ahora en adelante y que marcarán un antes y un después a lo que me atrevería decir será una nueva revolución, una revolución “socio-industrial”.

En el transcurso de la historia de la humanidad siempre han habido cambios, unos provocados por la propia naturaleza (evolución de las especies, epidemias, terremotos, sequías, inundaciones, glaciaciones, etc) y otros que han sido provocados por los propios humanos (crack del 29, calentamiento de la tierra, guerras, extinción de especies y recursos, etc).

En estos momentos nos encontramos en uno de los cambios, sino el más importante, al que nos encontraremos en las próximas décadas, y no por ser el más mortífero, todo y lamentar las miles de muertes que está generando la propia pandemia del COVID19, sino porque nos ha arrebatado aquello más preciado, nuestra libertad a decidir. Algunos dirán que algo parecido lo han sufrido en guerras y postguerras, otros que ya lo estaban sufriendo sin necesidad del virus, y les voy a dar la razón, pero sin dejar de ser un drama, no estaba afectando a un mundo que se hace llamar “occidental” y dice ser civilizado.

¡Y es aquí donde ha dolido!, es aquí donde todas las clases sociales, razas y creencias religiosas se han dado cuenta que a ellos también les puede tocar esta privacidad de la libertad, limitación de su capacidad de decisión; y es cuando le toca a esa “minoría poderosa”, cuando todo el mundo se hace eco de lo que está pasando y de lo vulnerables que somos todos.

Pero muy lejos de criticar la sociedad en la que vivíamos, sería demagógico hacerlo y no tendría los argumentos reales para hacerlo, ya que yo mismo pertenezco a ese mundo “occidental y civilizado” y he tenido la suerte de vivir bien y convencido de ello, llega el momento de valorar realmente todo aquello que teníamos (no solo material) y poner en valor todo aquello que queremos a partir de ahora.

Nos hemos visto privados de muchas cosas, pero seguimos adelante; dábamos prioridades a ciertos conceptos y estatus que ahora no tenemos, pero seguimos adelante; creíamos en ciertas ideologías y se nos han caído al suelo, pero seguimos adelante…

Estoy seguro que toda esta situación nos hará cambiar, para bien o para mal, pero seguro que cambiaremos, lo que provocará un nuevo “status quo” que se regirá por unas nuevas/renovadas/recicladas creencias, ideologías, sentimientos, prioridades, motivaciones… y en definitiva elecciones que cada uno de nosotros tomará, siendo consecuentes con estos momentos sufridos y que generarán una nueva sociedad “occidental y civilizada” a la que deberemos adaptarnos para sobrevivir.
Pero los cambios son buenos y necesarios, de las grandes tragedias se sale reforzado, a pesar del sufrimiento vivido por muchos, saldremos, porque el vaso está medio lleno y si nos han dado una nueva oportunidad, tenemos que aprovecharla.

Pero hablemos de qué estamos aprendiendo… o eso espero.

Hemos reaccionado a algo para lo que no estábamos preparados, algo que ha hecho chirriar todas las infraestructuras productivas y de servicios de cada país, el libre comercio, la globalización.
Nos hemos dado cuenta de las limitaciones existentes para consensuar estrategias comunes, no solo en los propios países, sino entre los diferentes estados europeos y transcontinentales.
Hemos reconocido lo importantes que son ciertos profesionales, algo que deberíamos hacer siempre, pero solo ahora somos capaces de expresarlo públicamente.
Hemos antepuesto la solidaridad para ayudar a los que más lo puedan necesitar a los propios intereses.
Hemos cambiado nuestras prioridades y aprendido a valorar aquellas cosas a las que antes no les hacíamos caso.
Hemos identificado aquellos “sobrantes” en nuestras vidas, aquellos elementos que creíamos necesarios y que ya no lo son.
Hemos aprendido a valorar los pequeños placeres de la vida, aquellos detalles insignificantes y tan gratificantes en estos momentos.
Hemos identificado oportunidades ante las amenazas y fortalezas ante las debilidades.

Todo este aprendizaje nos ha de llevar a replantearnos el rol que queremos tener a partir de ahora, de qué manera vamos a afrontar el futuro que nos espera y en qué grado de implicación queremos formar parte.

Estoy seguro de que a la mayoría de nosotros, después de esta tormenta perfecta, le vendrá una calma que lo pondrá todo en su sitio, en el mismo ya no lo sé, pero en su sitio. Hablamos nos solo de aspectos sociales y familiares, sino también de los laborales.

Todos y cada uno de nosotros, al nivel que nos corresponda deberá reflexionar y actuar en consecuencia para buscar este nuevo nivel, este nuevo “Status Quo” que queremos, lo que conllevará al resto a hacer lo mismo si queremos seguir contando con aquellas personas que creemos necesarias para nuestros fines, ya sean laborales o sociales.

¿Podrán escoger las empresas a aquellas personas que necesitan?, o serán ellas las que escojan las empresas a las que quieren formar parte? No es una nueva pregunta, ya que hace tiempo que se venía diciendo que cada vez más las nuevas generaciones daban prioridades a nuevos paradigmas a los que no estaban acostumbradas las empresas y ya priorizaban aspectos medioambientales o sociales a los aspectos retributivos o de responsabilidad.

Pero quizás ya no solo serán las nuevas generaciones, sino las actuales o las anteriores que también empiecen a priorizar estos u otros aspectos para la elección de una empresa u otra. Y por ello hemos de aprender a adaptarnos como empresarios, como personas o como familias empresarias a estos nuevos paradigmas y a estas nuevas reglas, en definitiva, hemos de seguir haciéndolo excepcionalmente bien para poder sobrevivir a esta nueva pandemia que será la nueva “revolución socio-industrial” que ya tenemos encima nuestro.
Resumiendo, si queremos estar preparados hemos de ser capaces de aprender de lo sucedido y adaptarnos a las nuevas situaciones de una forma rápida y eficiente. Pero no olvidemos que las reglas han cambiado y hay que verlo en perspectiva, con una visión más amplia y teniendo en cuenta los nuevos paradigmas que nos viene.

¡Bienvenido a la nueva revolución!


 

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