Pautas para la correcta toma de decisiones empresariales
La toma de decisiones empresariales es siempre un proceso difícil, pero fundamental en cualquier tipo de compañía, sin importar su tamaño o el volumen de negocio. De hecho, los directivos de las grandes corporaciones, emplean entre un 30% y hasta un 70 % de su tiempo en esta tarea. Y no es para menos ya que, además de la experiencia acumulada, es necesario tener en cuenta un gran número de factores para lograr trazar el camino adecuado en cada decisión empresarial. Al fin y al cabo, su elección determinará el éxito de la empresa.
En CEDEC, consultoría de Organización Estratégica líder en Europa en gestión, dirección y organización de empresas, sabemos que todas las decisiones requieren de una adecuada reflexión. Actuar de manera impulsiva, sin dedicar el tiempo necesario, nos alejará del camino hacia la Excelencia Empresarial. Por tanto, es recomendable ser precavidos y tomar en consideración diferentes opiniones y puntos de vista, además de seguir una serie de pautas que nos ayudarán a minimizar los errores.
Uno de los primeros factores que hay que tener claro a la hora de tomar una decisión correcta es saber identificar cuál es el problema. Al determinar su magnitud, origen y ramificaciones, es más sencillo abordarlo de manera efectiva. El responsable tiene que tener acceso a toda la información posible y poder analizarla en detalle. Solo así estará listo para plantear una solución adecuada, que podría ser crucial para el futuro de la empresa.
Otro aspecto al que prestar atención son los criterios que permitan llevar a cabo la decisión correspondiente. Estos se engloban dentro de un método o una serie de pautas que tienen que ser flexibles. Cada situación es única y merece un abordaje específico. Por ejemplo, no es lo mismo decidir si aumentar la plantilla, minimizar los elevados costes de producción en una fábrica o cómo expandirse hacia otro mercado sin poner en riesgo toda la compañía.
Así pues, para tomar la decisión más acertada, deberemos evaluar y priorizar unos criterios sobre otros. No todos van a ser importantes, así que conviene dejar a un lado los menos relevantes y centrarse en los que sí lo son. De esta forma, ganamos en eficiencia a la hora de tomar la decisión, pues evitamos dar rodeos que solo contribuirán a consumir un tiempo muy valioso.
Antes de llegar a la decisión final, es recomendable analizar las alternativas que hayan surgido. Se trata de otros planes de acción posible que, por alguna razón, no resultan tan atractivos. Si tenemos en cuenta otras opciones, disponemos de una solución B para el problema que estamos abordando. Así, en caso de equivocación, podremos implementar la alternativa y salir airosos. Se recomienda previamente, tener claras las identificar las fortalezas y debilidades de la empresa para escoger la opción que más se adapta a nuestra idiosincrasia.
Tras todo este análisis, llega el momento de poner en práctica la decisión. Esta se comunicará a todas las partes implicadas, ya que deben conocer sus detalles y las consecuencias que va a generar. El objetivo es prepararlos para su implementación y desarrollo. De este modo, evitamos problemas que echen por tierra tantos esfuerzos. Una vez finalizado todo el proceso, ya solo queda efectuar una evaluación de los resultados que está generando nuestra actuación. De esta forma nos permitirá atajar soluciones que no estén siendo válidas y, para problemas futuros, abordar soluciones con mayor efectividad.
Así pues, la toma de decisiones es un proceso largo y que exige experiencia, conocimiento y reflexión. Sus resultados afectarán al futuro de la empresa y a sus trabajadores, tanto a corto como a largo plazo, por lo que no se debes dejar al azar sus soluciones. En CEDEC, consultoría de Organización Estratégica Empresarial, recomendamos actuar con calma y valentía, en especial en momentos de crisis, para seguir avanzando hacia la Excelencia Empresarial en nuestra gestión.
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