Ascender a un trabajador no basta para motivarlo

El éxito de cualquier empresa depende, en gran medida, de su equipo profesional. Contar con trabajadores cualificados, entusiastas y comprometidos con la empresa es esencial para lograr una mayor productividad y eficacia, que revertirá en mayores ganancias y crecimiento. Por eso es muy importante la correcta selección del personal, pero también la motivación de los que ya trabajan en la compañía, para retener el talento y que además todo el equipo esté motivado.

En CEDEC sabemos que una empresa es siempre la suma del esfuerzo de todos los trabajadores que forman parte de ella, por eso consideramos que es importante conocer los mecanismos que harán que los empleados se sientan felices en su puesto de trabajo. En ese sentido, compartimos este artículo de Expansión donde se explora la paradoja del ascenso: conseguir una promoción puede no motivar a los trabajadores más que a corto plazo.

Son muchos los estudios que muestran que la mayoría de los profesionales no se sienten satisfechos con su trabajo, y es labor de las empresas lograr motivarlos para engancharlos de nuevo. ¿Cómo hacerlo? Suele pensarse que promocionar a un empleado es la mejor forma de mostrarle que se valora su trabajo, algo que priori, debería hacerle sentirse más satisfecho; y esto es cierto en parte. En muchos casos, escalar en la jerarquía hace que uno se sienta más realizado en la faceta profesional, especialmente cuando siente que la labor que desempeña es realmente relevante. Pero en muchos otros casos, al igual que ocurre con una subida de sueldo, la alegría por la promoción dura solo unos pocos días, y pronto vuelven a aparecer las dudas sobre sí realmente compensa dedicar tantas horas y esfuerzo a un puesto de trabajo que quizá no llena del todo.

Lo peor es que esa paradoja del ascenso acaba convirtiéndose en una fuente de frustración tanto para el empleado, que sigue sintiéndose insatisfecho, como para la compañía, que no entiende como incentivar a sus mejores empleados. Lo cierto es que las verdaderas motivaciones para sentirse a gusto en el trabajo son intrínsecas, y tienen que ver más con la sensación de estar aprendiendo y sentirse útil, que con el dinero o una promoción, una vez que ya se ha llegado a una determinada posición.

Sin embargo, las empresas sí pueden tratar de despertar esas motivaciones intrínsecas a través de diferentes mecanismos de recompensa, más allá de subir el sueldo o ascender a alguien (que también resultan muy útiles para hacer que un trabajador se sienta valorado, pero que no se deben utilizar en exclusiva).

Así, algo que se debe tener muy en cuenta es que por norma general, la satisfacción disminuye a medida que aumenta la permanencia en un puesto, por eso es importante ofrecer experiencias diversas a los empleados, favoreciendo la formación constante, y el desempeño de nuevas tareas que les hagan sentir que siguen aprendiendo, y que además su valor para el mercado crece año a año.

También es clave reconocer los aportes que hace cada trabajador, favoreciendo un clima de diálogo en el que se escuche la voz de todos los empleados, teniendo en cuenta las propuestas que pueden generar valor, y reconociéndoles el mérito cuando se llevan a la práctica.

Por último, está claro que los incentivos económicos pueden funcionar muy bien, pero no hay que olvidar que son muchos los trabajadores estresados que preferirían contar con más tiempo libre para estar con su familia o disfrutar del ocio. Es interesante huir de la cultura del presentismo, que causa estragos en la motivación de los trabajadores, y apostar por un entorno laboral flexible, donde lo importante sean los resultados.

En CEDEC, Centro Europeo de Evolución Económica, creemos que es importante que los profesionales se sientan satisfechos en su puesto de trabajo, pues solo así se implicarán y darán lo mejor de sí mismos, ayudando a la empresa a ser mejor, más eficaz y competitiva, y ayudándola a construir el camino hacia la excelencia empresarial.

Imagen Great place to work

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